Los Villancicos Cusqueños

 Un Origen Misterioso y lleno de Resistencia

Aunque tiene un origen europeo (viene de las canciones cantadas en las “villas” o pueblos donde se rememoran hechos cotidianos) que se registra claramente entre el siglo XIII al XVI, el matiz y metamorfosis que sufre en el nuevo continente es único en el mundo y el imperio de la invadida capital inca tuvo características originales que aún son enigmáticas.

Lo primero que debemos notar es que estas canciones alegres de tradición rural y oral no eran religiosas hasta el siglo XV cuando justamente empiezan las invasiones occidentales y se usan para evangelizar; ya aquí constituía un problema pues en el medioevo se distinguía claramente el canto culto del popular; algunos musicólogos indican que un antecedente del villancico es el “Jesus Refulsit Omnium” (368 d.C.) de Hilario de Poitiers, otros apuntan a un canto gregoriano del S. VI: “Puer Natus Est Nobis” y que fue usada en las liturgias de navidad por compositores ingleses como Thomas Tallis entre los S. XV y XVI; por tanto, había un canto religioso, “culto”, en latín, cantado en iglesias y que poco a poco se hizo el introito de las liturgias en misas por navidad, de esto hay registro en Francia, Alemania, Italia y España. Sin embargo, también habría habido una vertiente popular que se basaba en tradiciones orales cantadas por el pueblo llano en lengua vernácula

Probablemente esto causó problemas pues estaba prohibido usar expresiones profanas en ciertos temas, tenemos por ejemplo, pinturas, obras y composiciones musicales condenas por atraer sentimientos nada sagrados –la historia de la “nota del diablo” que era un composición en Si-bemol es conocida, ésta se introdujo luego en la creación de algunos blues rock que terminaron en la creación del famosos género heavy metal-. Pero cuando el pueblo cantaba historias de la vida de Jesús hubo pioneros dentro de la propia Iglesia que tuvieron que luchar por su establecimiento y evitar la censura, uno de ellos fue San Francisco de Asís; esto no impidió que el rey Fernando VI prohibiera en 1750 los villancicos en la Capilla Real de Madrid. En medio de la invasión (S. XVI), el gran cisma cristiano entre el protestantismo y el catolicismo ocasionó la popularización del villancico protestante que también se oponía a la prohibición católica –incluso Lutero compuso y promocionó varios villancicos que llegaron a América aunque los puritanos se opusieron con violencia y así Cromwell las prohibió un tiempo en Inglaterra

El violento enfrentamiento y evangelización de América desde el inició tomó esa textura propia de una ensalada en muchos aspectos y que los científicos sociales llaman: sincretismo. Esto se notó en los ex grandes imperios como el azteca, inca o maya, sobre todo en la sustitución de imágenes paganas por las religiosas católicas; en el caso de la música tenemos muy poco registro, pero hoy en día podemos asegurar que el mecanismo se llamó: contrafactum, que consistía en modificar palabras o fragmentos de una canción popular indígena añadiendo y sustituyéndolas por términos y estribillos religiosos –incluso hoy tenemos registro de combinaciones en villancicos con vocablos náhualt y africanos-. El caso del Perú fue bastante especial, al haber sido centro de alta civilización y luego virreinato importante, las diferencias étnico-sociales así como las resistencias y el sincretismo fueron procesos internos. ¿Queremos explicar la actual división política y social entre el “interior” y Lima?, pues impensablemente aquí también tenemos un correlato: mientras en la ciudad de los reyes los criollos extendían formas navideñas de orígenes españoles e ingleses, hubo también resistencia de los descendientes de los esclavos africanos en la creación de sus propios villancicos negros o “negrillos”; en el sur, sobre todo en el Cusco, la navidad había sido parcialmente sustituida y más bien mezclada con el Corpus Christi, donde se apreciaba ese enfrentamiento entre la antigua casta

Así que, increíblemente, podemos decir que el villancico de orígenes sacros –ya lo dan por hecho estudios como las de la musicóloga Maricarmen Gómez Muntané y Zavala Arnal- se enfrentó a los cantos populares y esta mezcla fue la que procrearon, sobre todo, los villancicos más conocidos y que se esparcirían por el mundo; pero además muchos son mezcla de otra oposición, también llena de censura: el villancico protestante y el católico. Por eso algunos definen a este género como música sacra en lengua vernácula, que surge al final con la difuminación entre canto de navidad religioso puro y canto popular navideño; curiosa mezcla pocas veces visto. Tanto es así que existió el término “ensalada” para definir al villancico durante un tiempo.

incásica y la de los criollos y mestizos, lleno de simbología pagana, procesiones tumultosas de lucha entre bandos y villancicos que fusionaban expresiones únicas de fusiones que no se vieron en otras partes del mundo; más adelante, el surgimiento de las llamadas chayñas que llegaban a niveles de soprano europea, de instrumentos, entre populares y académicos, como el pampapiano de iglesia o el charango y el encuentro con la modernidad de la música clásica, dieron cuenta de una evolución musical digna de estudio.

Si nos restringimos solo al villancico los registros son menos numerosos pero podemos confirmar hechos concretos: sabemos que el sincretismo se consolidó también incluyéndose danzas que simbolizaban el antiguo paganismo y la novedad católica: una de las más importantes es la wayliya, en honor al niño Jesús; justamente el apego a esta figura fue tema central e incluso grupos reivindicativos tomaron la figura de Jesucristo en clave andina –quizá el Inkarri sea el caso emblemático y la del llamado niño-compadrito sea otro caso único-. Desde el S. XVII y XVIII el barroco cusqueño amplifico los villancicos y no son pocos los autores peruanos que piensan que hubo nuevas transformaciones y subgéneros originados en nuestra tierra. Por ejemplo ya en tiempos modernos el padre Jorge Lira ha recogido varios himnos quechuas en honor a la Virgen y al niño Jesús en toda la región cusqueña e incluso rastreo orígenes incaicos en las fronteras como en Ecuador, su trabajo importante preserva cantos que estaban por desaparecer y otros donde se hacen presentes nuevas representaciones como la de los Reyes Magos.

Si bien es cierto que hoy estamos llenos de villancicos clásicos que todo el mundo conoce –por ejemplo, Campana sobre campana; Los peces en el río; Blanca Navidad; Mi burrito sabanero; Noche de Paz (de título original: Stille Nacht, heilige Nacht, es las más famosa y traducida a 300 idiomas, escrito por el sacerdote Joseph Mohr y compuesto por Franz Xaver Gruber-.Tenemos un repertorio propio y que sigue graficando esa extraña mezcla entre resistencia, sincretismo y misterio desde el barroco cusqueño. 23 Ese trabajo se completó con el hijo de uno de los músicos cusqueños de pampaiano más reconocidos y que en el 2011 nos dejó: Ricardo Castro Pinto.

Su hijo, Samuel Castro Irrarazábal, ex presidente del Coro Polifónico, nos cuenta que durante 50 años se recopilaron y sistematizaron 100 villancicos quechuas, de los cuales 65 son hasta hoy completamente inéditos. Su padre participa activamente en San Blas y pudo recopilar cantos de un antiguo barrio cusqueño: T’okocachi, además de comunidades y provincias a las que nadie llegaba como Paucartambo, Sicuani o Quiquijana: “En estos lugares, él se daba tiempo para escuchar lo que las familias cantaban en la Navidad y escribía, luego lo sistematizaba, trabajaba las partituras y la música. Así nació el primer disco, ’Noche Imperial’ con 12 temas, donde se encuentran grabados los famosos villancicos: ‘Cantemos, cantemos’, ‘Adoremos’, ‘Llamaq Micheq’ (pastor de llamas), ‘Siwansituy’ (planta andina que crece para estas fechas y adorna los nacimiento; la canción alude al sol del amanecer por lo que su origen es incaico y se lo equipara al nacimiento de Jesús), ‘Jaku Huayquellay’, ‘De la Rosa’ y otros”. El proyecto de ir entregando estas joyas sigue en proceso desde el 2013. Otros curiosos villancicos son: ‘Chaska Ñawi Ninucha’, que evocan mucho la nostalgia andina y se cantan en pequeñas iglesias de comunidades alejadísimas; el ‘Niño Manuelito’, muy propio del cusqueñismo moderno, describe el mestizaje interno ya que viene de parte del Amazonas; tampoco dejemos de mencionar al ‘Cristo Pobre’, también de la selva y con adaptaciones cusqueñas pero que tiene un matiz político controvertido ya que llega de la inspiración de la llamada ‘Teología de la Liberación’ en plena Guerra Fría aludiendo a la tristeza y a las injusticias en el país.

Quizá si profundizamos encontramos un espejo en cada expresión nuestra, donde se refleja lo bueno y lo malo de nosotros, incluso en expresiones que nos parecerían tan alejadas como los villancicos que, ahora sabemos, son muy nuestros y podemos encontrar más de una reflexión. El trabajo sigue en marcha…

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